24 julio 2006

UN PRISIONERO

Estoy tras de las rejas en húmeda prisión.
Mi compañero triste, criado en cautiverio,
es un águila joven que sacude sus alas
y pica en mi ventana su sangrienta ración.
Luego la arroja y mira a través de los cristales
como si tramara lo mismo que yo
y me llama con su mirada y con su grito
como diciendo:

“Huyamos... echemos a volar...
Somos pájaros libres: es hora, hermano, ya.
Volemos a las cumbres, más allá de las nubes;
allá donde se ve la ribera del mar
allá donde habitamos, tan sólo el viento y yo”.


(Alexander Pushkin)

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