16 enero 2007

Demian (fragmento)


" Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella.
Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella,
soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos.
Pero sabía o creía saber, que una estrella no podría ser
abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar
a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó
todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso
y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle.
Todos sus sueños se concentraban en la estrella.

Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado,
contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella.
En el momento de mayor pasión dió unos pasos hacia
adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro.
Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible
y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar.
Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza
de creer firmemente en la realización de su amor,
hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.

(...)Las cosas que vemos son las mismas
cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad
que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres
humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes
exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo
interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando
se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría.

(...)Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos
a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece
a nuestra persona lo que reconocemos como individual
y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido
por la totalidad del mundo"

(Hermann Hesse)

1 comentario:

Virgilio Sofistófeles dijo...

Uuuuh, el amigo Hesse; muy bueno, muy bueno...
Saludos!